En la jornada inaugural de cada Congreso Internacional de Matemáticas (ICM), desde el de Oslo en 1936, se hace entrega de las Medallas Fields, el más alto galardón de nuestra ciencia, que, en número que varía de dos a cuatro, reconoce «logros sobresalientes en Matemáticas». Es una norma no escrita, pero ya tradicional, que los distinguidos con la Medalla Fields no hayan cumplido cuarenta años en el momento de la concesión.
Es esta una de las circunstancias que distinguen a las Medallas Fields, definidas con frecuencia como los Nobel de Matemáticas, de los premios que concede la Academia Sueca. Pero hay algunas coincidencias entre ambos, además del hecho obvio de que los dos sirvan como reconocimiento de una actividad científica de la máxima calidad y relevancia internacional.
La primera es que tanto los Nobel como las Fields deben su existencia a los legados de los científicos que les dan nombre.
John Charles Fields fue un matemático canadiense nacido en Hamilton, Ontario, el 14 de mayo de 1863. Se licenció en matemáticas en la Universidad de Toronto en 1884 y obtuvo el doctorado en la Universidad Johns Hopkins en 1887. Tras un breve periodo como profesor en el Allegheny College, Fields pasó diez años en Europa, donde se relacionó con matemáticos de la talla de Fuchs, Frobenius, Hensel, Mittag-Leffler, Max Planck y Schwarz. En 1902 regresó a la Universidad de Toronto, donde permaneció hasta su muerte el 9 de agosto 1932. El principal campo de interés de J.C. Fields fueron las funciones algebraicas. El Fields Institute for Research in Mathematical Sciences, radicado en la Universidad de Toronto, fue bautizado en su honor.
Fields fue presidente del ICM de Toronto en 1924. Al término de este Congreso, el Comité Organizador se encontró con un pequeño superávit, y Fields propuso dedicarlo a financiar un premio en matemáticas. Pero la idea de Fields no pudo hacerse realidad hasta su muerte, cuando él mismo legó la mayor parte de su herencia para este fin.
Probablemente impresionado por la tragedia que supuso la Primera Guerra Mundial, y por las divisiones que causó en la comunidad matemática (a los matemáticos de los países perdedores no se les permitió formar parte de la International Mathematical Union, creada en 1923, y como consecuencia no fueron invitados a asistir al Congreso de Toronto, como tampoco lo habían sido al de Estrasburgo en 1920; y la misma elección de la ciudad alsaciana como sede del primer Congreso después de la guerra ya indica que no todas las decisiones se tomaban con criterios estrictamente científicos), Fields sugirió que las medallas debían «ser de un carácter tan puramente internacional e impersonal como sea posible. No deben vincularse en modo alguno al nombre de ningún país, persona o institución». Es por tanto seguro que Fields se habría opuesto a que la medalla fuese universalmente conocida por su nombre, aunque su denominación oficial sea «Medalla Internacional para Descubrimientos Sobresalientes en Matemáticas».
Fields también señaló que «aunque la concesión del premio debe basarse en trabajo ya realizado, debe al mismo tiempo servir para animar futuros logros de los galardonados y como estímulo para el esfuerzo renovado de otros». Este es el origen de la tradición de premiar solo a menores de cuarenta años.
El ICM de Zurich en 1932 aceptó el legado de Fields, fallecido unos meses antes, y, de acuerdo con sus planes, nombró un comité presidido por Constantin Carathéodory que, en el ICM de Oslo en 1936, otorgó las dos primeras medallas Fields a Lars Valerian Ahlfors y Jesse Douglas. Desde entonces se han concedido un total de 38 Medallas.
Una segunda similitud de las Medallas Fields con los premios Nobel es que, si bien no están todos los que son, ciertamente son todos los que están: la lista de los galardonados con la Medalla Fields que incluimos al final de esta breve introducción, reune a muchos de los más brillantes creadores de las Matemáticas de nuestro siglo.
El objetivo de esta sección es ayudar a los lectores de La Gaceta a conocer las aportaciones de estos insignes matemáticos. Por supuesto se pueden encontrar otras muchas buenas presentaciones, por ejemplo en los Libros de Actas de los correspondientes Congresos. Pero, aparte de las dificultades de idioma y de localización, confiamos en que los artículos que aparezcan en esta sección de La Gaceta aporten un punto de vista que permita entender cuál ha sido la influencia de los medallistas Fields en el desarrollo reciente de las Matemáticas en España.
Por supuesto no podemos predecir cuánto tardará una matemática o matemático español en recibir una Medalla Fields, pero creemos que es un síntoma de la buena salud de las matemáticas en nuestro país el que muchos de ellos puedan glosar los trabajos de estos gigantes de las Matemáticas desde el conocimiento directo que da el haberlos estudiado y haberlos utilizado en su propia investigación, e incluso en algunos casos el haber colaborado personalmente con ellos.